¿Alguna vez te dijeron que las personas veganas son todas parte de un culto secreto?
Puedes quedarte en paz, porque esto es un error.
El veganismo está muy lejos de ser una forma de ver la vida que se pueda comprar, vender, intercambiar o comprender con fé.
No adoramos a un dios invisible, ni tenemos ritos de iniciación. No somos una fracción de una religión organizada ni desorganizada.
De hecho el único requisito para unirse, es tener la voluntad de ampliar tu círculo de empatía, para incluir a las demás especies de animales.
En este movimiento no tenemos nada que ocultar o aparentar, porque nuestro objetivo es de bien común; buscamos construir una sociedad mejor, una dirigida por la lógica y la justicia.
Y porque lo que divulgamos no son historias de mitología, propagandas ni mentiras, sino verdades, simples, universales. Y unas que todas podemos comprobar con nuestros propios sentidos.
Los demás animales también sienten. Poseen intereses y tienen experiencias que les otorgan un interés subjetivo en su vida. Uno que como personas con capacidad y posibilidad de elegir, debemos respetar. Porque podemos.
Veganismo no es religión ni creencia ciega, es razón y coherencia ética.