Hay quienes sostienen que evolucionamos gracias a incorporar cuerpos en descomposición en nuestra dieta. Es decir, que nuestra inteligencia sería consecuencia del consumo de cadáveres.
Interesante; no comprobado.
Por suerte hay otra teoría más lógica, que afirma que fue la utilización del fuego lo que nos llevó a cambiar. Y es evidente que cocinar tiene múltiples ventajas: mata las toxinas, mejora el sabor en muchos casos, hace que las sustancias duras resulten masticables, amplía extraordinariamente el abanico de productos comestibles y, sobre todo, incrementa enormemente la cantidad de calorías que podemos extraer de lo que comemos, lo que potencialmente nos proporcionó la energía necesaria para desarrollar un cerebro más grande.
La evolución es la teoría más reconocida en la actualidad, pero ella no determina cómo el humano se transformó en un ser con agente moral, rasgo que nos diferencia de los demás animales y que resulta de primordial importancia para responder sobre la relevancia de la pregunta en cuestión, más que contestarla con sí o no.
Y es que realmente, ¿alguien come animales hoy, preocupándose por la evolución del próximo homínido? ¿O incluso con la idea de estar ingiriendo un alimento ideal para nuestro desarrollo como especie? Seamos sinceras. Estos no son los motivos.
Honestamente, creo que no deberíamos ahondar en discutir “qué hubiera sido sí”… y ni siquiera vale la pena refutar que como especie es posible que hayamos sobrevivido largos inviernos a base de carne seca que pudimos almacenar. Tampoco me sumo en argumentar sobre la posibilidad que tenemos de convertirnos en nómadas cazadoras por necesidad, porque todo esto solo nos desviará del punto en cuestión: en lo absoluto estas asunciones significan que dichas circunstancias de supervivencia fueran las apropiadas para dar lugar al humano a convertirse en lo que somos hoy.
Y si llegamos a descubrir sin lugar a dudas que lo fueron ¿justificaríamos entonces la explotación y la crueldad en la actualidad? ¿No somos, como especie pensante, suficientemente inteligentes para buscar alternativas más coherentes con nuestra naturaleza empática? Quiero pensar que sí.
Y que nuestra voluntad de crecer en armonía será mayor que la intención de crecer en musculatura.
Texto por VeganPoint
Edición: Videos Veganos