El ecoblanqueo o lavado verde, es una forma de propaganda engañosa para promover la percepción de que ciertos productos, objetivos o políticas son respetuosos con el medio ambiente; con el real objetivo de aumentar ganancias.
Las estrategias van desde agregar logos en las etiquetas con palabras como “ecológico”, “bio”, “natural”, “green”… hasta campañas multimillonarias de marketing agresivo.
El veganismo, postura ética que rechaza el uso de los animales en todos los aspectos de nuestra vida, jamás puede ser greenwshing.
Porque respetar a los animales no tiene nada de propaganda y todo de green.
Y porque aunque existan empresas que utilicen al veganismo como forma de generar ingresos, agregando como beneficio el reducido impacto en el medioambiente que sus marcas tienen (ya sea vendiendo comida, ropa u ofreciendo servicios) quedaría en quienes acusen, el probar que es mentira; ya que son prácticamente inexistentes, las ocasiones en las que los productos animales son mejor opción si de ecología se trata.
¿Y qué pasa cuando una corporación de las más contaminantes lanza un producto vegetal y lo etiqueta “respetuoso con el medio ambiente”?
Obviamente, esto no le impide a nadie ser vegan, ni hace que el veganismo sea una farsa.
Pero si la comparación (digamos, lo que no es “green”) es el “mismo” producto en
Es fácil, unas alitas de coliflor siempre serán más respetuosas, no solo con el medioambiente sino con todo lo viviente, que unas alitas de pollo.